sUDÁFRICA 2010, aNATOMÍA dE uN mUNDIAL dE fÚTBOL

URUGUAY 2 (Suárez 2)
COREA DEL SUR 1 (Lee Chung Yong)

SUFRIR Y PASAR, URUGUAY EL PRIMERO EN IR A CUARTOS



Bienvenido el regreso de Uruguay a la tierra de la felicidad. El triunfo 2-1 ante Corea del Sur hizo posible meterse entre los ocho mejores después de 40 años, con Luis Suárez como bandera y un festejo loco en el banco de suplentes que se extendió de inmediato por las calles de Montevideo. Más allá de las muchas cosas que quedaron para corregir.

En el primer tiempo, Uruguay aprovechó la ventaja de jugar contra un rival limitado. Había sufrido en los primeros minutos, cuando a los 4 Park Chu Young estrelló un tiro libre contra el palo derecho del arco de Muslera. Pero después dispuso de su propia oportunidad y no perdonó: Forlán desbordó por la izquierda y puso un pase medido que cruzó toda el área. El arquero Jung salió a destiempo y la pelota le quedó servida en el segundo palo a Suárez, que convirtió con el arco vacío el tanto que volvía a poner a la Celeste entre los ocho mejores del mundo después de 40 años.

Pareció conformarse con el gol el equipo de Tabárez. Un riesgo aún contra un rival inferior, porque con la diferencia mínima siempre se está cerca de un disgusto. Claro que lo de Corea del Sur era muy poco. Apenas inquietó con dos tiros desde lejos de Park Chu Young y Cha. Todo mientras la gran figura, Park Ji Sung, seguía sin aparecer, como durante todo el Mundial.

A medida que avanzaba el partido, quedaba claro que Corea del Sur no iba a irse de Sudáfrica sin mostrar su mayor virtud: la voluntad para no resignarse nunca ante la adversidad. Y así, cuando muchos otros equipos en su condición seguramente habrían bajado la guardia, los muchachos de Huh siguieron yendo hacia adelante. Estuvieron cerca a los 4 minutos, cuando desbordó Young Pyo Lee y Jae Sung Kim casi la empuja al gol. Y dos minutos después, más todavía con un remate de Park Chu Young, por lejos el más activo del equipo, que levantó la pelota desde el borde del área chica.

Uruguay sufría en el segundo tiempo. Parecía cansado o, al menos, con menos piernas que los coreanos. Forlán, Cavani y Suárez no podían capturar la pelota y la posibilidad de sacar un contraataque se acercaba a una utopía. Entonces llegó el castigo. Un tiro libre cayó en forma de centro al área uruguaya, la defensa despejó mal y Lee Chung Yong cabeceó al gol ante la apresurada salida de Muslera. Era el premio a la actitud de los coreanos y el castigo a la actitud defensiva de los de Tabárez.

Por lo mostrado en el segundo tiempo, daba la impresión de que había que empezar a pensar en el suplementario. Pero Uruguay iba a tener una nueva oportunidad para demostrar su mayor jerarquía. A diez minutos del final, Suárez tomó una pelota en el borde del área a la salida de un corner y clavó una comba espectacular en el ángulo del palo izquierdo del sorprendido Jung. Para desanudar la pesadilla en que el propio equipo se había metido solito.

Aprendida la lección, Uruguay supo controlar mejor el partido en los últimos minutos. Así y todo, Lee Dong Gook casi mete el empate en un descuido de la defensa, cuando la pelota se le escurrió a Muslera y Lugano tuvo que despejar cerca de la línea. Pero después sonó el pitazo final y quedó sellado el regreso de un grande al lugar de privilegio. Para teñir el cielo de Port Elizabeth bien de celeste, a pesar de la noche lluviosa.

ESTADOS UNIDOS 1 (Donovan)
GHANA 2 (Boateng, Gyan)

GHANA ALEGRÓ A TODA ÁFRICA



Es imposible no emocionarse con este festejo en Rustemburgo. Excepto, claro, para los jugadores e hinchas de Estados Unidos. Todo Ghana festeja un triunfo que quedará en su historia y que será recordado por mucho tiempo si es que esta leyenda no se prolonga el próximo viernes frente a Uruguay. Este equipo de jugadores experimentados y algunos jóvenes con proyección dio una muestra de autoridad y se impuso por 2-1 en el alargue para sacar pasaje a cuartos de final.
Pegó rápido Ghana. Recién habían pasado cinco minutos, cuando Prince Boateng, nacido en Alemania pero que a diferencia de su hermanastro Jerome decidió no representar al equipo teutón y optó por el país de origen de su padre, puso el 1-0 con un zurdazo potente desde afuera del área que se metió contra el palo derecho del arco defendido por Howard.
Pero en la primera fase, Estados Unidos había dado ya muestras de gozar de temperamento para reponerse de situaciones adversas. Y no sería distinta la historia en este duelo, más allá de que, sobre el final de un primer tiempo trabado y luchado en la mitad de cancha, Ghana casi estira la ventaja por intermedio de un remate de Assamoah que exigió a Howard.


Y en el inicio de la segunda parte, con los africanos más retrasados, Estados Unidos encontró el camino para llevar peligro al arco de Kingson. La primera fue por una aparición de Benny Feilhaber. Hasta que a los 15', el juez húngaro Viktor Kassai cobró penal tras una clara falta de Mensah sobre Clint Dempsey, dentro del área.
Donovan tomó la responsabilidad y no falló. 1-1 para que festeje Bill Clinton, presente junto al cantante Mick Jagger en el palco.
La lesión de Boateng poco después le complicaba aún más la cuestión a Ghana, que empezaba a ver el alargue con buenos ojos, ya que Estados Unidos iba con todo en busca de la victoria. Entre la poca precisión de los estadounidenses y algunas intervenciones de Kingson, el 1-1 se mantuvo y fueron al alargue. Ahí, nuevamente, Ghana golpeó de entrada, esta vez de contraataque y a través de Gyan, quien con su desconcertante número en la espalda (es delantero y usa el 3), picó al vacío, bancó la embestida de su marca y definió fuerte y cruzado.
No hubo milagro para Estados Unidos. Ghana resistió con uñas y dientes el 2-1 y festeja un suceso inédito en su historia futbolística.

ALEMANIA 4
INGLATERRA 1

ALEMANIA APLASTÓ A INGLATERRA



Al fin el Mundial tuvo un partido con todos los condimentos. Con goles, con polémicas, con actuaciones sobresalientes. El clásico europeo no decepcionó. Todo lo contrario. Y si bien este encuentro estuvo marcado por el gol que el árbitro no le convalidó a Frank Lampard cuando Inglaterra perdía 2-1, también es una realidad que hasta antes de esa acción los alemanes ya habían mostrado su superioridad.

Es que si bien Alemania tuvo adelante dos tanques (Klose y Podolski), también contó con un mediocampo ofensivo. Tanto que, por momentos, Ozil y Müller, se disfrazaron de delanteros y llegaron. Pisaron el área. Y Schwensteiger se sumó al ataque y aportó con remates de media distancia. Todo ante una Inglaterra muy pasiva.

Sin embargo, la apertura del marcador no llegó por una acción colectiva. Nada que ver. Se produjo luego de un saque de arco de Neuer que la defensa inglesa dejó picar. Klose le ganó la posición a Upson y definió ante la salida de James. Luego, a los 32, otra gran jugada colectiva que arrancó en la derecha y terminó en la otra banda. Podolski le puso el moño con un remate cruzado. ¿Partido liquidado? Ni ahí.

Porque, herido, Inglaterra fue por el descuento. Lo encontró rápidamente, a los 37, con un cabezazo del defensor Upson ante una salida en falso del arquero Neuer. Sesenta segundos más tarde, la gran polémica del partido, Del Mundial. Lampard le pegó por arriba de Neuer desde el borde del área. La pelota pegó en el travesaño y entró. Por lo menos medio metro. Fue gol para todos. Menos para el juez de línea uruguayo que, insólitamente, no lo vio. El árbitro Larrionda dejó seguir. Cualquier parecido con la jugada que definió la final de la Copa del Mundo 1966, es pura coincidencia.

Inglaterra asimiló bien el golpe. Puso contra las cuerdas al equipo de Low. Lampard, nuevamente, le apuntó al travesaño desde 30 metros. Había olor a empate. Pero un veloz contragolpe alemán a los 21 minutos desmoronó el castillo de ilusiones que estaba construyendo Inglaterra. Fulminante arranque de Schweinsteiger y asistencia para Müller para el 3-1. Y tres minutos más tarde, el golpe letal. Otra contra. Esta vez la armó Ozil por la izquierda y Müller la tocó debajo del arco.

El cuarto gol le puso fin al encuentro. A los 26, el técnico Low reemplazó a Müller y a Klose. A cuidarlos para el próximo enfrentamiento. Más tarde sacó a Ozil. Al partido le sobraron 20 minutos. Mínimo. Porque Inglaterra ya no tuvo fuerzas para reaccionar. Y porque cada avance de Alemania era medio gol.

Histórico triunfo alemán, que se mete entre los ocho mejores. Que le metió cuatro a Inglaterra, demostró que la potencia ofensiva es una de sus cartas ganadores y se vistió de candidato en serio. En Inglaterra se hablará por siempre del gol que no le cobraron a Lampard. Y muy poco de la pobre actuación que ofreció su equipo a lo largo de la Copa del Mundo.

LAS REVANCHAS QUE DA LA VIDA





El guía abría con gran clase y flema inglesa la visita al estadio de Wembley. Señalaba el travesaño en el cual impactó, en la final del Mundial 66, la pelota de Geoffrey Hurst antes de caer y que el árbitro suizo Gottfried Dienst cobrara el gol, a instancias del asistente soviético Tofik Bakhramov. Ahí lanzó, con filoso sarcasmo: “La pelota pegó acá y picó un tanto así (abre las manos cerca de un metro) atrás de la línea”.

Las imágenes demuestran que aquel testimonio era una broma con sello inglés. Aquel tercer gol en la final de Inglaterra 66, que fue clave en la victoria final de los locales por 4-2, estaba -dirían los antiguos- “viciado de nulidad” porque la pelota había picado claramente sobre la línea. Pero nadie sabía en ese momento que el chiste tenía algo de profecía.

Cuando tras el cabezazo de Lampard en Bloemfontein la pelota picó “un tanto así” atrás de la línea, no fue descabellado pensar que algo de justo había en esa historia. Es verdad que este error no le vale a Alemania por ahora una Copa del Mundo, pero le hubiera costado seguir hacia cuartos de final si llegaba el 2-2. Claro que lo mejor sería que ningún árbitro se equivocara, pero cuando eso ocurre no está mal que haya algo de reparación histórica. Así que podría dirigir algún pariente de Codesal en cuartos de final...

ARGENTINA 3 (Tévez 2, Higuain)
MÉXICO 1 (Hernández)

ARGENTINA NO ES PERFECTA PERO ES Y ESO LA HACE PASAR DE RONDA



Bienvenidas las alegrías. Para que el hincha disfrute con el pecho inflado que Argentina está otra vez entre los ocho mejores del mundo y que el sueño de levantar la Copa el 11 de julio está un paso más cerca. Que nadie anestesie la felicidad de un triunfo amplio cuando perder significaba volver a casa. Aunque, eso sí, habrá que aprender algunas lecciones que dejó este partido para que el camino sea largo y termine con la consagración. Por talento y habilidad, sobra leña para alimentar el fuego de la esperanza siempre que se puedan corregir, o al menos disimular, algunos errores.

No habrá que olvidar que Argentina no encontró la vuelta táctica del partido en los primeros 25 minutos. Faltaron argumentos para superar las dos líneas de cuatro con las que defendía México, y la posición de Bautista, a espaldas de Mascherano, generaba dudas porque Demichelis salía a cubrirlo y se abrían grietas en el fondo. Las llegadas -y bien claras- en esa fase del partido fueron todas de los mexicanos. La primera metió miedo: Salcido sacó un tiro desde lejos, Romero calculó mal y la pelota, aparentemente controlada, dio en el travesaño. Casi enseguida, un remate medido de Guardado se fue rozando el palo derecho.

Se le complicaba y mucho a la Selección, que no podía resolver el enigma táctico planteado por Javier Aguirre y llegaba sólo a través de intentos esporádicos y poco elaborados. Hasta que surgió a los 26 minutos una jugada que desarmó todo lo que había pasado. El arquero Pérez dio un rebote inesperado ante un pase en profundidad a Tevez, la pelota le cayó a Messi y habilitó a Carlitos, que en grosera posición adelantada cabeceó para marcar el primer gol. A falta de argumentos futbolísticos, Argentina disfrutaba un regalo del árbitro italiano Rosetti y del asistente Ayroldi para encontrar el alivio. Si encima seis minutos después el fondo de México -punto más flojo del equipo ya en los partidos anteriores- se iba a equivocar, la fiesta se completaba.

Es difícil calificar solamente como un error lo que perpetró el pobre Ricardo Osorio en el borde del área. Llevaba cómodo la pelota, pero trastabilló y se la dejó servida a Gonzalo Higuaín, que definió como el goleador de primera clase que es: eludió a Pérez y definió con el arco vacío. Parecía que terminaba de nacer un nuevo partido. Con Argentina como protagonista y México como natural partenaire. Algo probable antes del partido pero impensado hasta ese primer gol que no debió ser.

Recién a partir del 2-0 Argentina encontró su lugar en el partido. Manejó bien la pelota en el mediocampo y llegó con fluidez al área rival, sobre todo con un cabezazo en el que esta vez le faltó justeza a Higuaín desde el borde del área chica. Y así se fue ese primer tiempo con una ventaja exagerada pero el partido ya casi en el bolsillo.

México subió la apuesta ofensiva en el segundo tiempo con el ingreso de Barrera como delantero por Bautista. Parecía que podía empezar a preocupar. Y entonces llegó el premio para tanto entusiasmo de Tevez peleando cada pelota arriba como si fuera la última. La defensa lo trabó, la pelota quedó suelta en el borde del área y clavó un remate terrible en el ángulo para dejar la chapa en 3 a 0 y liquidar el partido.

En contra de lo que podía pensarse, Argentina no pudo florearse después de ese tercer gol. Al contrario, empezó a darse un asedio cada vez más asfixiante del equipo de Aguirre, que tomó el control de la pelota y empezó a llegar cada vez con más riesgo. El gol de Javier Hernández fue el resultado lógico de ese escenario, con una definición precisa al primer palo de Romero. Fue un llamado de atención y un toque de justicia para un resultado demasiado amplio.

Consciente de los problemas que planteaba el partido, Argentina eligió la cautela como ley inquebrantable para pasar los últimos minutos. Con Verón por Tevez en cancha, Higuaín y Messi quedaron demasiado solos arriba mientras México monopolizaba el control de la pelota. El trabajo había sido hecho antes y la Selección cosechó los frutos en ese final, que tuvo el festejo merecido y obligatorio. México deberá tener presente que nadie devuelve los regalos en el mundo del fútbol. De este lado, no se pueden olvidar los errores y ante Alemania habrá otra vez que aprender de ellos. Sin la intención de poner paños fríos a esta felicidad, a la que todavía le faltan tres pasos enormes para que el disfrute sea total.

ESLOVAQUIA 1 (Vittek)
HOLANDA 2 (Robben, Sneijder)

HOLANDA FUE PRÁCTICA Y DEJÓ EN EL CAMINO A ESLOVAQUIA



La diferencia que existe entre Holanda y Eslovaquia es más de lo que indica el 2-1 final. Por historia, por jerarquía individual y por el fútbol que desplegó en Durban en el partido que lo depositó en los cuartos de final. No fue brillante, es cierto. Pero contó con Arjen Robben, que jugó su primer encuentro como titular en la Copa del Mundo. Y el crack del Bayer Munich se comió la cancha.

Holanda impuso condiciones desde el arranque. Tuvo dos claritas antes de los 15 minutos. La primera fue de Robin Van Persie, de cabeza, tras un centro de Kuyt. La segunda llegó con un remate de Sneijder que el arquero eslovaco Jan Mucha contuvo en dos tiempos. La tercera, como dicen, fue la vencida. Y, curiosamente, de contragolpe. Robben recibió un pase sobre la derecha. Encaró hacia adentro y en la puerta del área colocó un tiro bajo y bien colocado que superó la estirada del arquero. Se jugaban 18 minutos.

El gol aplacó a Holanda, que bajó su rendimiento. Y Eslovaquia nunca se despertó. Movió la pelota, se adelantó varios metros pero jamás inquietó al arquero Maarlen Stekelenburg. Así, sin pena ni gloria, se fue la primera parte.

Por suerte, en el comienzo del complemento, apareció Robben. Y con su talento sacudió la modorra. Estuvo a centímetros de anotar su segundo gol en una jugada muy parecida a la que abrió la cuenta. Luego, con un pase delicioso, habilitó Mathijsen, pero el tiro del defensor se estrelló contra el rostro del arquero Mucha.

Pero Eslovaquia no se quedó. Y atacó. El movedizo Juraj Kucka probó desde la puerta del área y obligó a una buena intervención de Stekelenburg. Después el que tuvo el empate fue el Pelado Robert Vittek, el héroe en el 3-2 sobre Italia. Pero su remate, casi un penal, fue rechazado por el arquero del Ajax. Ya era otro partido. De ida y vuelta.

El técnico holandés pensó que el partido ya estaba cerrado. Sacó a Robben, el mejor, cuando quedaban veinte para el final. Pero no pasó sobresaltos. Manejó el ritmo del partido y tuvo ocasiones para aumentar. El premio llegó a los 39, cuando el arquero salió apurado, Kuyt lo anticipó, y le sirvió el gol a Sneijder, que la empujó a la red.

Ya en tiempo de descuento, y para la estadística, Vittek cambió penal por gol, y estiró a cuatro su cuenta personal. Además, rompió la valla invicta de Holanda. La Naranja tiene puntaje ideal: ganó los cuatro que jugó. Tiene argumentos como para ilusionarse. Desde que asumió Bert van Marwijk el equipo ganó todos los partidos oficiales por competencias FIFA: 12 en total. Y también tiene a Robben, el que hace la diferencia.