Ahhh, yo recuerdo esa mañana en que me subí al auto, lleno de cosas, y me largué de allí para no verla nunca más. ¿La amé alguna vez? Quizás. Todo dependerá de lo que se entienda por amar. ¿Me fui contento? Sí, contento por dejarla, por ser libre, por no tener que soportar nunca más sus locuras, sus depresiones, sus rayes, y todas sus pelotudeces inventadas, a falta de problemas reales.
Qué bueno, qué momento liberador. Nos conocimos casi como en un cuento, como si fuera un película. nuestra historia fue de novela, las pasamos todas, todas juntas y juntos. Fue genial, maravilloso y algunas veces casi perfecto. Pero debía acabar. Dos espíritus como los nuestros no pueden estar juntos mucho tiempo sin matarse o separarse definitivamente. Optamos por lo segundo.