sAN lORENZO dE aLMAGRO, pASIÓN dE lAS pASIONES

"Que de la mano, de Ramón..."

¿Cuál otro? Los 7.100 cuervos que vivieron el momento histórico en Núñez se fueron con el je entre los dientes y soñando con superarlo...

El llanto se hizo eco, contagioso, inevitable. Eran 7.100 gargantas disfónicas, exigidas como pocas veces en su vida. San Lorenzo dejaba todo en la hierba, consumaba una verdadera hazaña, ponía de rodillas a la historia. Y la gente... La gente no podía más, le imploraba a relojes aparentemente estancados, encaprichados en dilatar la euforia final. Hasta que a los 40 minutos la confianza le ganó a la cábala y tronó el "que de la mano, de Ramón Díaz, todos la vuelta vamos a dar, vení, vení...". Unánime, sí. Y sentido, en agradecimiento, homenaje al mesías de semejante epopeya, al hombre que hasta se atrevió a gritarle un gol a River, demostrando, al fin, que hoy está casado con San Lorenzo. Y ya post pitazo, cuando el partido que todos querían jugar y ganar se esfumó, casi no hubo reacción en los fanas, paralizados por la emoción, por la alegría, por tremendo guiño de un destino que amenazaba volverse trunco.

"Y dale San Loréeee, queremos la Cooooopa, la banda está loca, Ciclón, quiere verte campeóoon, yo te voy a alentar, como todos los años, ésta es mi ilusión, quiero verte campeón, Ciclóoon...". Aliento de este tipo sonó luego del 0-1, al inicio del segundo tiempo, y cuando el equipo empezó a dar muestras de reacción aun con el resultado 0-2. Hasta que, claro, pintó la cargada, el gaste para River, y más bajo este contexto y estas circunstancias que vivirán por siempre en las páginas históricas del fútbol. "Es un velorio, la puta que lo parió, es un velorio...", fue la chicana de despedida, la daga final que terminó de hundir a un Santo Monumental.

Empatamos uno a uno de locales con los ecuatorianos. Vaya, vamos a bailar con la más fea de la fiesta! ¿será que nos encanta sufrir?

COPA LIBERTADORES:
SAN LORENZO 1 - LIGA DE QUITO 1

Jueguitos de villano

Agustín Orión se puso a toquetear la pelota, la perdió y Bieler lo vacunó. "Tomé una decisión desacertada", admitió el uno. Después lo empató Adrián González pero el Cuervo tuvo pocas luces y fue al choque contra el equipo más áspero de la Copa.




No era ahí, en el área propia, donde había que ponerse a hacer jueguito. El tic tic displicente de Agustín Orión acabó en blooper, un blooper caro para el corazón de Marcelo Tinelli.

Paradojas al margen, ese gol de visitante de Bieler vale doble, triple, porque una cosa es hacerse el guapo en el Monumental (un terreno conocido, más apto para el igual a igual), y otra en Quito, donde la altura cobra caro y en efectivo. Pero no, San Lorenzo se puso a jugar donde había que revolear, y la revoleó donde había que planchar la pelota contra el piso, hacerla circular, buscar pies amigos, acelerar en la zona caliente. Volvamos a Núñez: el Ciclón salió a jugar como aquella noche belicosa de la semana pasada. Y fue al choque, al cruce, a la fricción. Pero eligió mal el rival: la Liga de Quito fue una máquina de correr, de meter, y le ganó casi todas las divididas. Ojo, que Liga fue y raspó fuerte contra Estudiantes, quizá el equipo argentino que mejor se mueve en el cuerpo a cuerpo, y salió enterito y por la puerta grande. Y aquí es cuando, temprano, hay que darle mérito al planteo de Bauza, al espíritu colectivo del equipo, a su poder de abstracción de un marco espectacular, caliente y pasional, que sin embargo se fue durmiendo bajo la suela de Manso, en la seguridad de la última línea, en la presión de sus volantes centrales.

Es que el partido se jugó, salvo en un pasaje del segundo tiempo, al ritmo que propuso la Liga. San Lorenzo le dio una mano grande: porque fue un manojo de nervios, porque jugó enojado, porque el medio fue un canto a la imprecisión, porque Bergessio chocó sin pensar y Silvera fue una camiseta vacía. Claramente, las respuestas las debía dar D'Alessandro, y las dio, aunque no con la continuidad y contundencia que su equipo necesitaba. Hasta parece que Andrés necesita de cierto clima conflictivo con el rival para aparecer, pero anoche se necesitaba un D'Alessandro más cerebral, más frío, menos arrabalero. Cuando se dejó de rezongar, tuvo 20 minutos de alto nivel en los que casi hace dos goles de afuera y le regaló un gol cantado a Silvera, que definió con un tiro miserable, a las manos de Cevallos. Es cierto que San Lorenzo buscó el triunfo toda la noche, pero lo hizo mal y en el lugar equivocado. Debe agradecer que Adrián González clavó ese tiro libre que rescató a su equipo de un destino de diván, en el peor momento de la noche. Y porque después, el lateral salvó un gol en contra de Voboril. Uff...

La gente se fue rumiando la bronca atragantada y pensando si vale la pena romper el chanchito para ir a Ecuador. Pero cada vez que el Ciclón pareció muerto, más cerca estaba en realidad de la hazaña. Si tiene que sufrir para ganar, anoche ya pagó la cuota, y todavía tiene vuelto.

Hoy no haré un copy paste de la página del diario argentino Olé ni colgaré el resumen del partido en cuestión, no, porque todo lo que lea o copie no me alcanzará para explicar las pasiones que puede mover un equipo de fútbol de bajo reconocimiento mundial, con sus cánticos y su historia y sus domingos de tribuna y los gritos de aliento tanto en las buenas como en las malas. Y hoy, por enésima vez, nos tocó bailar con la más fea. Quedamos afuera, otraaaa vez, de la Copa Libertadores, ese torneo internacional - el más importante de América - que se nos escapa de entre los dedos cual arena, una y otra veeez. Estuvimos cerca, muy cerca. Podíamos palpar la copa con la yema de los dedos... y para que mentir, enamora, la condenada enamora como eso que no puede alcanzarse.

Teníamos con qué, un equipo con unos huevos enormes, de esos que para ganarles debes ametrallarlos en el campo de juego, ganas de ser campeones, muchas ganas que nos llevaba a pelear por cada pelota como si se tratáse de la última. Teníamos todas las esperanzas trepadas en las tribunas, aferradas a los "trapos" y claro, teníamos a una hinchada que está siempre, en las buenas y en las malas.

Caímos en combate. Dimos todo lo que teníamos que dar... y más.




Estoy orgulloso de ser de San Lorenzo!!!! Orgulloso de pelearla hasta el final, incluso con jugadores de menos, en la altura, de visitante. Peleamos como verdaderos guerreros y dejamos todo lo que había que dejar ¿Si otra vez será? hoy no me importa eso. Estoy orgulloso de ser de San Lorenzo, y eso me basta!

Me encontrè esta memorabilia por ahi


Y un poco de photoshop y le cambio la camiseta a este cuervo

¿Vos me querés matar de un infarto?

TRES A DOS A BANFIELD Y DE LOCAL, NOS PONE TERCEROS, NOS PONE EN LA COPA SUDAMERICANA, NOS PONE A UN PASO DE LA PRÓXIMA LIBERTADORES... PERO NO ESTAMOS PARA FESTEJOS.

Ese hit, ofensivo, un momento de expresión en la ensalada de sentimientos, resumió el dolor por la novela, ya sin Ramón en la trama, y sin epílogo a la vista. "Yo quiero al club, quiero a la camiseta, los jugadores, sólo quieren robar", atronó con buen sonido, acompañado por aplausos a su fin. Hay que decir, también, que enganchado llegó el "San Lorenzo, Sanloré", confirmando, justamente, el guiso de sensaciones. Porque el clima en el Bajo Flores fue enrarecido, protagonista de la noche de sábado. Se mezcló la voluntad de ganar, y la bronca por el cortocircuito interno que salió a la luz y propició la salida del DT. El regreso de los borrados por el riojano (Orión, Bottinelli, Romeo) y las palabras frescas de Silvera, calificando de "puterío" la situación, reclamando el nombre del "vigilante" que ventiló el encono íntimo para "arrancarle la cabeza". El toque de Lavandina (Bergessio), con el primer gol, forzando el segundo, bajando la adrenalina con la mediavuelta del tercero, lavó un poco la imagen, impone los puños apretados por sobre el bolonqui. Y genera la gran ovación unipersonal del encuentro, para el dueño del hattrick, que mantiene inmaculado el retrato del milagro en el Monumental.

Hay situaciones, gestos, que señalan la temperatura, confirman la incomodidad del contexto. Los trapos abarcativos, con firma de la Butteler. ("Jugadores $u$ bolsillos llenos, hinchada, ilusión vacía", el más significativo), el de agradecimiento a Ramón en la Platea Sur; el que apareció y sacaron en contra de Orión en el calentamiento... El portero recibió silbidos cuando fue nombrado por altoparlantes y cuando se arrimó al arco de la popu local. Luego, cosechó quejas en sus errores. Se le notó la tensión. Tan particular fue la noche que Adrián González, invicto ejecutando penales, rebotó el que tuvo en la pierna izquierda de Santillo. Y lo shoteó al medio, cuando la calidad de su pegada siempre busca las puntas. Capitán y referente, uno de los de poca onda con Ramón, no fue hostigado por el fallo: sólo oyó algún murmullo.

Y había que verlo a Romeo cuando fue reemplazado para entender el valor del triunfo. Muy aplaudido (ídolo más allá del culebrón), se golpeó mil veces el corazón, ilustrando su sentir. Ganó San Lorenzo, con los pies aún en el barro. Tres gotitas de Lavandina sirven, al menos, para aclarar las aguas.

¿Sabés cuál es la gran desilusión? Que se podía. Sufriendo, sin sobrarnos nada, mechando hazañas y milagros, bien a lo San Lorenzo, se podía. Por eso quedamos a sólo un penal de jugar la semifinal copera (la final, en realidad, porque al primogénito le ganábamos con la casaca). Por eso llegamos al final del Clausura a sólo un triunfo de la punta. Si el plantel y el cuerpo técnico hubieran pensado con la cabeza y no con el bolsillo (¡discutir los premios de madrugada antes del partido más importante en muchísimos años!), si las rencillas se hubieran archivado en pos del bien general (regalamos los tres puntos contra Olimpo mientras ventilábamos obsenamente los secretos de alcoba), si se hubieran dado cuenta de que estábamos ante una chance histórica, difícil de empardar... Pero no. Una pena. Porque se podía. Echale un vistazo a los probables campeones de la Copa y el Clausura. Y decime si nosotros, con lo poco o mucho que tenemos, estamos lejos de ellos. Entre tanta bronca, rescato al refuerzo más valioso de cuantos llegaron a San Lorenzo: Bergessio, héroe de aquella noche en Núñez (hazaña que más allá del desenlace copero, seguirá sacándonos una sonrisa nostalgiosa). Anoche volvió a recibir la ovación. Merecida.

Ah: de los titulares, sólos dos eran de Inferiores. Empecemos por ahí a construir otro sueño. Y cuando lo tengamos cerca (al sueño) no lo vendamos por dos monedas.

Aquí te dejo un muñequito para el nene, para que lo instruyas en una escuadra que juega y gana.

San Lorenzo empató con Rivar Plate en un partido amistoso jugado en Mar Del Plata y lo ganó por penales. Se nos está haciendo costumbre eso de amargar a las gallinas argentas.